Desde hace 4 años el FC Barcelona luce en su camiseta el logotipo de Unicef. Esta decisión, tomada por la junta presidida por Joan Laporta, ya fue polémica en su día, pues empañaba la hasta entonces impoluta zamarra azulgrana, una de las pocas que aún quedaban sin haber lucido patrocinador en el centro. Como consuelo, el azulgrana podía presumir de lucir el logotipo de Unicef, algo de suma solidaridad que reforzaba el 'Més que un club' con el que el culé llena cada recoveco de su mandíbula, aunque a ese culé de puro en boca que juzga al detalle cada paso que la maquinaria azulgrana da y que se alarma cuando el club decide poner los pantalones de color rojo le pareció un crimen, ya no solo por desvirgar la camiseta del club, sino porque creía que esa decisión venía dada por el fracaso a la hora de buscar un patrocinador de verdad y porque, ya puestos a manchar la camiseta, qué mejor que hacerlo recibiendo beneficios de verdad. Ahora, cuatro años después, el culé ha presenciado atónito como el FC Barcelona ha llegado a un acuerdo con una misteriosa fundación de Qatar que le reportará unos beneficios que irán de los 30 a los 35 millones de euros anuales. Como se esperaba, el logotipo de Unicef sólo sirvió para mentalizar al aficionado azulgrana de cara a un futuro patrocinaje real que ayer se materializó. El club azulgrana anunció en su web que ha llegado a un acuerdo con la Qatar Sports Investment. Pero, ¿qué es esta asociación? ¿de dónde sale? El diario Mundodeportivo se encargó ayer de explicarlo en sus páginas. Se trata de una fundación que tiene la función de educar, investigar y desarrollar y que se centra en el progreso de la sociedad qatarí. Un patrocinador, pues, que sigue estando a la altura de ese 'Més que un club' tatuado en corazón azulgrana. Pero el culé, al que se le ha quedado ahora cara de tonto por mucho que se lo imaginara, no ha tardado en agarrar la maza que lo convierte en juez de la actualidad del club presidido por Sandro Rosell. Porque ahora se ha confirmado el hecho de que Unicef se alejaba de ser una medida solidaria y altruista y la camiseta azulgrana será realmente patrocinada por primera vez, siendo prostituida una vez ya desvirgada. Y el problema ya no sólo es que sea patrocinada sino que el culé no haya tenido ni voz ni voto en una decisión que rompe con una tradición muy arraigada en su conciencia. El aficionado más joven, ese que se alimentó durante su infancia del biberón de la victoria y que creció ganándolo todo y del que tanto se está hablando ahora por su papel en el Camp Nou a la hora de animar, que rompe con la fama del aficionado azulgrana de no hacerlo a no ser que el equipo le de pie a ello, lo asume como una decisión normal y provechosa que permitirá sanear la economía del club y tener más poder adquisitivo en el mercado de fichajes.
Yo, lejos de ubicarme en una de estas dos corrientes, creo que Sandro Rosell, en su primera decisión de cierta importancia desde que es el presidente del club, ha faltado al respeto al aficionado al no habérselo consultado. Además, la procedencia de esta fundación qatarí me parece bastante dudable pues, por mucho que hablemos del dinero que del petróleo nace y que en petróleo se convertirá, ¿qué fundación solidaria decide gastarse 30 millones de euros anuales en patrocinar?
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