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martes, 23 de marzo de 2010

1- DE LA NADA Y DEL TODO, DE REPENTE, SURGIÓ LA VIDA

Vacío e inmerso en la nada me abandono, sabiendo que lo absoluto jamás existió. No desespero, porque de ese abandono, que no es tal, nace la fuerza, nace la conciencia que me identifica con ese alguien que soy yo, ayudándome a saber que aún estoy vivo, y nace, también, la clara voluntad de no querer hacerme una imagen mental peyorativa del concepto abandono en la memoria. Sucumbo, porque hay que sucumbir para saber que hay que resurgir. Es en noches como esta, cuando, tras el letargo, despierto y, cual dios, creo, de la nada,  la palabra adecuada, la que me lleva a la siguiente palabra, de la cual será predecesora. Es en noches como esta cuando me siento vivo, cuando se desvanece la soledad amurallada, vital en ésta, mi guerra fría. Agradecido, porque no sé cuándo me abandonará esa primera palabra que me llevará a mi yo más contraído, no dejo que muera en mi endeble y agujereada memoria, a la cual sería injusto culpar por esa virtud, pues no es nada más que una consecuencia derivada de elecciones premeditadas de otro tiempo que aún dejan su estela. Sé que mañana no estará. Quizás pasado tampoco, pero de igual manera sé que volverá a aparecer. En mi mano está que esa palabra muera torturada por el taladrante martilleo de la soledad, o que haga implosionar la nada y pueble todo de un enigmático presente que será sólo mío. Harto del murmullo, la música, de la cual me aprovecho sin piedad, me arrastra, estratégicamente, a parajes que no me atrevo a descubrir yo solo. Sinuosamente se desliza, humedeciendo con una apacible levedad esa aridez pretérita que aún me sigue allá por donde piso. Me dejo llevar por ese estrecho camino intentando no salirme, consciente de que si me desvío de su trazo me estancaré y no podré continuar hacia adelante, pues la sequedad me lo impediría. Avanzo sin cesar. Habiendo cumplido con éxito su misión, la música explosiona en mares llenos de nada. Vuelvo a estar como al principio, en la nada, pero en una nada acumulativa que se encarga de nutrirme. El silencio ya no está vacío, ya que se ha llenado de un cúmulo de abstracciones que bombardean cada letra y cada pequeño detalle que lo forma, y esparce por todas partes un extraño murmullo que apenas hoy empiezo a entender. Todo está sembrado ahora del todo que necesito, paso fundamental en este proceso. La música cesa sucumbiendo a mi antojo.