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domingo, 30 de enero de 2011

RETRATOS - PICHI ALONSO


Desde hace siete años el culé ha recordado el significado de la palabra disfrutar. Tras un largo periplo por el desierto a causa de varias crisis, recriminaciones, proyectos inestables y parafernalias inexplicables, el FC Barcelona se ha convertido, a día de hoy, en un equipo que pasará a la historia por la forma de poner en práctica su futbolsofía. Un equipo al que cualquier aficionado al fútbol echará de menos desde el mismo momento en el que se evapore al compás del frenético ritmo de este deporte y su constante progreso y cambio. Sería ventajista e inútil decir que es el mejor de la historia, pues eso conllevaría tener que elegir entre la multitud de conjuntos de ensueño que el fútbol ha producido y sería una valoración que nacería de la subjetividad que siempre lleva consigo el recuerdo más reciente en comparación a otros pasados.

Esta temporada el FC Barcelona parece haber alcanzado el mayor nivel futbolístico de su historia, superando al Barça de Ronaldinho y Rijkaard e incluso al que consiguió coronarse como mejor equipo del mundo durante el primer año de Guardiola en el banquillo. La incorporación de Villa parece haber sido el último gran acierto de Laporta. Aún así, el culé no olvida que tiene una espina clavada. Una fecha sigue presente en su memoria: el día en el que se rompió la burbuja en la que había vivido desde que el hijo pródigo regresó al Camp Nou como entrenador. El 28 de abril el Camp Nou se convirtió en el lugar donde Mourinho celebró que su Inter acabara con la hegemonía europea del Barça, al haberse clasificado para la final del Bernabéu, donde se coronaría como rey de Europa. Esa derrota hizo que el Barça perdiera la inmortalidad que parecía haber adquirido. Ese día el sueño del culé de conseguir dos Champions seguidas se esfumó. Ese día fue el último de una semana en la que la afición dio un ejemplo de entrega y cercanía a sus jugadores a causa de la movilización espectacular que llevó a cabo para arropar a un equipo que le había devuelto la ilusión. Fue una semana en la que por la red circularon multitud de vídeos de apoyo, en la que se evocaron recuerdos del pasado lejano y del pasado más cercano, en la que se apeló al mismo espíritu que había llevado al equipo a conseguir grandes remontadas a lo largo de la historia. Y en ese contexto apareció el héroe de Göteborg: Pichi Alonso, que en los 80 hizo vibrar a todo un Camp Nou con tres goles que sirvieron para empatar la eliminatoria ante un equipo "de fontaneros y paletas" que estaban dispuestos a colarse en la final de la Champions y de la que acabaría resultando vencedor el conjunto azulgrana.

Hace dos meses, pocos después de entrevistar a Huma Jamshed, presidenta de la ACESOP, mi compañero Bernat y yo conseguimos contactar con él y concertamos una entrevista que tenía como propósito conocer más de cerca las impresiones y las vivencias de alguien que ha experimentado el fútbol de alto nivel desde tres perspectivas diferentes: el terreno de juego, el banquillo y la cabina de prensa. Con esa idea, el 5 de diciembre llegamos a las instalaciones de Televisió de Catalunya, en Sant Joan Despí, donde Pichi Alonso, inmerso en la preparación del Hat Trick Barça de esa misma noche, nos recibió.

Desde el primer momento nos dimos cuenta de que Pichi Alonso había recibido una curtida educación en la escuela de la vida, pues empezó a hablar sin ningún reparo de sus vivencias, de las que ha elaborado unas conclusiones que compartió con nosotros. Nos habló de sus orígenes, en Benicarló, de una afición por el fútbol que le inculcó su familia, de esa etapa jugando al fútbol en la calle y en el colegio, donde "el futbolista se hace de verdad", que es la que más echa de menos. Nos contó sus primeras impresiones al empezar como profesional en el Castellón, donde empezó a creer que el sueño que todos sus amigos tenían y que el compartía podía hacerse realidad. Nos transmite la emoción que le hace sentir el haber pasado a la historia del Zaragoza, donde vivió su etapa de oro demostrando su capacidad goleadora. Allí, según dice, fue un pilar, un auténtico referente. Su presidente, nos cuenta, se resistió a venderlo al Barça hasta el final porque era consciente de que la afición se le iba a echar encima. Después vendría su etapa como azulgrana, equipo al que había amado desde niño. Allí, pese a jugar poco, conoció lo que es salir a ganar cada partido, tener que luchar por un puesto en el once entrenamiento a entrenamiento, convivir con un filósofo del fútbol como Menotti, sentir de cerca la magia de un astro como Maradona, vivir el día a día de un vestuario difícil, aguantar la presión mediática a la que un jugador de primer nivel se ve sometido... Y por último, nos habla del Espanyol de Clemente, su reencuentro con el fútbol y con el gol, la mejor manera de acabar su carrera.

La historia de Pichi Alonso es la cronología de un sueño desde su nacimiento hasta su muerte, una vez cumplido. La cronología de ese sueño que nace en las calles, con dos piedras como portería, y con un balón que se va desinflando a cada patada. Su historia es la de alguien que ha vivido en primera persona la idiosincrasia del fútbol, sus idas y venidas. Su historia es la de alguien que no tiene ningún problema en reconocer que, si hubiera surgido la ocasión, hubiera fichado por el Real Madrid, porque para él los jugadores son mercenarios a disposición de cualquiera que quiera contratarlos. Su historia es la de alguien que mamó los valores de un club como el Barça desde pequeño y que consiguió convertir en realidad el sueño de muchos. La historia de Pichi Alonso es la historia de la dedicación, del esfuerzo, del trabajo, de vivir para el fútbol, del fútbol y por el fútbol. Es la historia de alguien que ha llevado a dos equipos a dos finales europeas que se le escaparon inexplicablemente de la misma manera, alguien que aún se emociona al hablar de Urruti, "un fiel compañero, una gran persona" y que recuerda con nostalgia lo que significaba para él pisar un terreno de juego, algo que ya apenas hace porque "el cuerpo no acompaña a lo que tu visualizas". Su historia es la de un niño que soñaba cada noche previa a un partido con las jugadas que haría, con los goles que marcaría, y que morirá sabiendo que otros niños soñarán ahora con hacer las jugadas que él hizo, con anotar los goles que el marcó.

  
                                                                

ENTREVISTA COMPLETA

¿Por qué Pichi Alonso decide dedicarse al fútbol?

Yo soy de Benicarló, que es un pueblo de unos 5000 habitantes, y, cuando era pequeño, en los pueblos, o como mínimo en mi pueblo, sólo teníamos el fútbol como distracción. También disponíamos del baloncesto pero nada más, no teníamos ni piscinas, ni pistas de atletismo... No teníamos la posibilidad de practicar otras actividades deportivas ni disponíamos de las formas de distracción de las que dispone la juventud de ahora. Pasábamos el día jugando en la calle con mucha imaginación: dos piedras eran la portería y, cuando pasaba un coche, las quitábamos y las volvíamos a colocar. De hecho, yo siempre digo que el futbolista surge de la calle. En las escuelas de fútbol les pueden enseñar a perfeccionar y a mejorar determinados aspectos, pero donde el futbolista se hace pillo y listo es en la calle. Nosotros jugábamos durante todo el día. Era lo único que podíamos hacer. El sueño de la mayoría de niños era llegar alto. En mi primer año en el juvenil del Benicarló también jugaba en el equipo de baloncesto del pueblo, que estaba en la Tercera División pero al final, por suerte en esa época, me decidí por jugar a fútbol.

¿Quién le transmitió los sentimientos y la pasión por el fútbol?

En primer lugar, decir que si en la escuela no jugabas a fútbol automáticamente te llamaban afeminado. Allí te veías obligado a jugar a fútbol. A parte de esto, en mi casa vivíamos del fútbol. A mi madre y a mi padre les gustaba mucho y mis hermanos siempre lo han practicado también.

El fútbol, ¿una forma de evadirse, una forma de vida, unos sentimientos, un destino, una forma de ganar dinero?. ¿Si tuviera que definir qué es el fútbol para usted qué diria?

El fútbol, para mí, es un hobby. Es lo que más me gusta. En algunos momentos puntuales de mi vida ha sido mi profesión y, en otros momentos, ha sido mi medio para vivir. De todas formas la pasión por el fútbol que tenía antes era mucho más grande. Muchas veces me han preguntado: "¿Si pudieras volver atrás, en qué época (de tu carrera) te quedarías?". Se pensaban que diría que en la época del Barça, en la del Zaragoza o en la del Espanyol. Si pudiera volver atrás reviviría la etapa de los 13 o 14 años. Fue la mejor época de mi vida. Cuando era infantil, si jugaba el partido el domingo por la mañana, el sábado por la noche soñaba cómo haría los goles y cómo sería el partido. Aunque luego nunca sale como lo había imaginado porque el fútbol es imposible de predecir. Entonces, en función de cada época de mi vida, el fútbol ha significado una cosa, pero principalmente es mi hobby, lo que más me gusta.

¿Dedicarse profesionalmente al fútbol hace que su práctica pierda espontaneidad? Al carpintero lo que menos le apetece en su casa es cortar madera. ¿Un futbolista acaba harto del fútbol?

No, lo que pasa es que tú después vas muy marcado por las condiciones físicas. A mí no me importaría seguir jugando a fútbol, con gente que sepa jugar, claro, porque si no llega un momento, cuando has jugado a un cierto nivel, en el que jugar con gente con quien intentas hacer una pared y te devuelve un melón o una mala pelota te quita las ganas de seguir jugando. Lo que sucede es que mentalmente todo lo ves muy claro pero la respuesta muscular deja mucho que desear y sin querer fuerzas y acabas haciéndote daño. De hecho ahora no me apetece jugar partidos de fútbol y, si lo hago, es por obligación, porque algún compañero me lo pide, o la Agrupació de Veterans, o entidades como La Marató. Prefiero practicar otros deportes.

En el año 1970 usted comienza a jugar en el C.E. Benicarló. ¿Nos podría hablar de esta etapa?

Yo estudiava en La Salle i allí tenía un equipo con amigos con los que jugaba a fútbol. Éramos un conjunto con calidad y jugábamos en ligas provinciales. Un año, en las semifinales de un campeonato, nos tocó el equipo fuerte de la ciudad, el Castellón. Yo jugaba de delantero centro y era el más pequeño del grupo. Todos mis compañeros pasaron al juvenil del CE Benicarló y yo, como era infantil, me quedé atrás.

Posteriormente ficha, en el año 1975, por otro equipo valenciano, el CE Castellón, que jugaba en Segunda división. ¿Nos podría hablar de esta etapa? ¿Qué jugadores eran los referentes en este equipo?

El CE Castellón fue mi primer equipo profesional. Yo estaba estudiando Magisterio y el club valenciano me quería fichar, pero mi padre me lo prohibió porque quería que acabara la carrera. Un año después de finalizar mis estudios fiché por el Castellón, aunque el último año de carrera ya entrenaba un día a la semana con ellos. La entidad valenciana estaba en Segunda y tenía a jugadores como Juan del Bosque o Juan Bautista Planelles. Había gente de la casa pero era un equipo sin referentes.

Durante esta etapa en el Castellón usted comienza a destacar como delantero jugando un total de 56 partidos y marcando 20 goles. ¿Podríamos hablar de la consagración de Pichi Alonso?

No, porque se trata del inicio de mi progreso futbolístico. El Castellón fue mi primer paso. Las cosas podían ir bien o podían ir mal aún. Mi etapa en el club valenciano se basaba en sueños que se acabaron haciendo realidad: el deseo de ser un profesional. Puedo hablar de consagración en mi etapa en el Zaragoza.

También durante esta temporada usted compartió delantera con el argentino José Juan Cioffi. ¿Que nos podría decir sobre este delantero? ¿Qué estilo de juego lo caracterizaba? ¿Y sobre Emilio Fabregat?

Cioffi era el típico delantero de toda la vida: un jugador muy grande físicamente y muy discreto en su técnica. Le pegaba muy bien a la pelota, con mucha fuerza. Él tiraba todas las faltas y en uno de sus años en el Castellón marcó muchos goles. Emilio Fabregat era el presidente que me fichó pero no tuve mucho contacto con él. Un chaval, cuando llega a un club nuevo, no tiene el mismo contacto con el presidente que un jugador veterano.

¿Qué siente un jugador en un equipo pequeño? Jugar en un equipo ganador es fácil, la motivación surge sola, pero ¿qué incentivos busca alguien que juega en un equipo pequeño, hacerlo bien para ser fichado por un grande?

Todo futbolista sueña con llegar a un equipo grande. El jugador que te diga que no quiere jugar en el Barça o en el Madrid te miente, porque son los dos equipos grandes con que todo el mundo sueña aunque claro, llega muy poca gente. Tu motivación en un equipo pequeño es que te gusta el fútbol, puedes jugar, practicarlo y es tu medio de vida. Además tienes ilusión porque es lo que te gusta. Aún tienes más motivación si ganas partidos, si eres goleador y marcas goles, si eres defensa y lo haces bien... De aquí después nace el objetivo de destacar para que te fiche un equipo grande, pero la pregunta no es: "¿Cuál es la motivación?" La motivación ya la tienes porque juegas a fútbol, que es lo que más te gusta, y además eres profesional. No viene dada si juegas en el Barça y ganas títulos. Si estás en el Castellón también la tienes.

Sin embargo, cuando estaba en el Zaragoza, sí que tuve la sensación de que había acabado mi ciclo allí y que necesitaba jugar para ganar cada partido. En un equipo grande es lo que hacen. A veces, si estás en un equipo pequeño, tienes la sensación de que si pierdes no pasa nada. Sentía ese vacío. Tenía ganas de competir para ganar títulos y salir a ganar cada domingo, pero eso no significa que no tengas motivaciones


En el año 1977 Pichi Alonso deja el Castellón para fichar por el Real Zaragoza, que había bajado ese mismo año a Segunda. ¿En qué situación llegó usted al club? ¿El equipo maño estaba desestructurado por haber bajado de categoría?

El Zaragoza me fichó en febrero de 1977, pero yo continué jugando con el Castellón hasta final de temporada. Bajaron de categoría. Tuvieron muchos problemas, ya que afrontaron la temporada con demasiados veteranos, como Nino Arrúa y José Luis Violeta, y empezaron a apostar por la cantera, algo que aún no habían hecho. En esa época salieron jugadores del filial como Víctor Muñoz. La apuesta por jugadores jóvenes llegó demasiado tarde.


¿Qué nos podría comentar usted sobre José Ángel Zalba? ¿Qué significó para Pichi Alonso?

Él fue el presidente que me fichó en febrero pero, cuando yo llegué al Zaragoza, él ya no estaba en el cargo. Era un presidente particular, de los que ya no quedan. También estaba relacionado con el mundo de los toros. Vivió una buena etapa con el Zaragoza.

Durante la década de los 70 el Real Zaragoza contaba en sus filas con el ya citado Nino Arrúa como interior izquierda. ¿Qué nos podría explicar Pichi Alonso sobre este histórico jugador del club aragonés? ¿Y sobre Señor?

Con Nino Arrúa yo coincido en su recta final en el Zaragoza. Su perfil era de mediapunta con llegada y gol. Era un buen compañero. En la etapa de Segunda yo luchaba por ser el máximo goleador de la categoría y él se dedicó a hacerme asistencias de gol constantemente durante la última jornada de Liga. Por su parte, Juan Señor llegó al Zaragoza del Alavés. Lo llamábamos "Peque" y su mujer se enfadaba y nos pedía que no le llamáramos así. Era un jugador pequeño, un buen interior con llegada a portería. Golpeaba muy bien la pelota.

En las filas del conjunto aragonés usted destaca como delantero anotando 70 goles. ¿Qué siente emocionalmente Pichi Alonso al formar parte de la historia del Zaragoza como máximo goleador después de Murillo?

Es una satisfacción. A todos nos gustaría formar parte de la historia del club en el que hemos jugado. Yo formo parte del once de oro del conjunto aragonés y estoy muy orgulloso. Siempre he dicho que mi mejor etapa como futbolista fue en las filas del Zaragoza. Allí comienza a destacar mi nombre y se produce mi primera convocatoria con la Selección. Siempre recordaré una anécdota en los vestuarios: Arsenio Iglesias, entrenador del equipo en aquella época, me vio desnudo y exclamó en voz alta: "¿Y este delantero es el que me tiene que salvar la vida?". Yo era tan delgado que a primera vista le parecí poca cosa.

Con el Zaragoza jugó una temporada en Segunda (1977-1978) y posteriormente subió a Primera División. ¿Recuerda algún partido, algún momento o alguna anécdota especialmente?

Un momento que recuerdo gratamente fue cuando conseguí marcar en un partido cinco goles. Hay pocos futbolistas que puedan decir que lo han conseguido. El portero al que se los marqué era Urruti, con el que coincidí en el FC Barcelona. Un compañero de ambos, el lateral Manolo, siempre le decía, ya en el Barça: "¿Cómo puede ser que esta mierda de delantero te marcara cinco goles?" Aquellos momentos eran muy divertidos.

En la temporada 1982 ficha por el FC Barcelona, presidido por José Luís Núñez y dirigido por Ludo Lattek. ¿Qué recuerda de esta primera etapa como azulgrana? ¿Y de las posteriores bajo el mando de José Luis Romero, César Luis Menotti y Terry Venables?

Yo llego del Zaragoza, donde era el capitán, y paso a ser un jugador más del FC Barcelona. En la capital aragonesa podía permitirme jugar mal un par de partidos y tenía más libertad y cuando llegué aquí me exigían jugar bien cada partido. Ludo Lattek era un entrenador muy duro pero muy honesto. Venables importó la estrategia y la táctica. Empezamos a practicar el bloqueo. Menotti era un filósofo. Hablaba muy bien y quería que siempre estuviéramos tocando la pelota y que no la perdiéramos. De Romero no puedo hablar demasiado ya que sólo estuvo un partido en el banquillo.


Usted coincidió con jugadores del talento de Diego Armando Maradona, Bernd Schuster, Tarzán Migueli, Lobo Carrasco, Alexanco, Boquerón Esteban o Urruti. ¿Nos podría hablar del vestuario del FC Barcelona de su etapa como culé?

No fue un vestuario fácil de llevar porque había una estrella, que era Maradona, y además coincidió con que también estaba Menotti, que era argentino como él. Esa época fue complicada porque se produjo su lesión y eso hundió al vestuario. El FC Barcelona llevaba 11 años sin ganar nada y ganar la primera liga en la temporada 84-85 fue un éxtasis, una auténtica emoción. Fueron una época y un vestuario complicados. Había una clara división. Tenía un grupo con el que existía más contacto, un grupo con el que me llevaba bien y otro grupo distante con el que no trataba demasiado, aunque eso no significa que tuviéramos una relación de odio.

¿Los futbolistas sienten los colores de su camiseta? ¿Usted la sentía?

Pueden sentir los colores los jugadores que se han criado mamando desde pequeños los valores del club, pero al fin y al cabo son profesionales, por no decir mercenarios. Defienden al equipo que les paga. Me parece ridículo que empiecen a darle besos al escudo de un club porque después cambian de colores y vuelven a darle besos a otro escudo. Para mi todo es de cara a la galería. De hecho, el futbolista es egoísta por naturaleza y puede llegar a desear que pierda su equipo para que echen a un entrenador que no le favorece o para que éste decida que él juegue y así tenga más minutos y pueda renovar el contrato. Antes, además, la celebración de los goles era el reflejo de haber conseguido el objetivo que buscaba el equipo, no un solo jugador. Marcar un gol es una tarea de equipo, no un mérito individual. Te tienes que abrazar con tus compañeros, que son los que te han pasado la pelota o la han recuperado. Sin eso no habrías conseguido el gol. Los otros forman parte de este éxito. Sin ellos no hubiera sido posible.

Pichi Alonso, el héroe de Göteborg. ¿A qué le suena? ¿Cómo vivió ese partido?

Esta frase ahora me suena al programa Crackòvia, de TV3. Hay jugadores que jugaron mucho más que yo en el Barça pero que no lograron tener un partido en el que destacaran tanto como yo, que tuve la suerte de vivir un momento mágico. Ahora, cada vez que se habla de remontadas en el ámbito culé mi nombre aparece. Aún hoy por la calle la gente me para y me agradece los tres goles o me dicen que lo mucho que disfrutaron en el campo.

¿Un jugador del FC Barcelona siente la presión de la caverna madridista? Normalmente los jugadores tratan de quitarle peso y dicen que no leen los diarios, que no ven las noticias... ¿Es cierto?

Antes era mucho peor que ahora porque no había tanta libertad de expresión para poder contrarrestar la presión madridista. No había tantos medios. TV3 nació en los años 80 y es un medio que sirve para contrarrestar. Ahora los medios catalanes tienen un peso específico más importante. Viendo la historia de la dictadura te queda claro. La caverna hacía y deshacía a su antojo. Es un fenómeno que cada vez ha ido a menos. Ahora se habla mucho de caverna pero aquí también se responde mucho. El jugador sí que lee los diarios, aunque diga que no. Nosotros, en el Espanyol, íbamos convocados con Clemente después de jugar el partido. Jugábamos, al acabar el partido volvíamos al hotel, cenábamos, dormíamos y luego desayunábamos, íbamos al campo a entrenar y volvíamos a casa. Al desayunar el día después del partido el hotel estaba lleno de la prensa escrita de ese día y nos leíamos las puntuaciones que nos daban del partido anterior. Aunque lo nieguen, los futbolistas sí que leen los periódicos porque, si no lo hacen, les puede venir un periodista y decirles cualquier cosa. Más vale que tengan la información cuando les hagan una pregunta y que no les llegue deformada y eso les lleve a hacer unas declaraciones polémicas.

"Urruti t'estimo". Ese fue el mensaje de la afición azulgrana para despedir a otro héroe, ya que él le dio al Barcelona el pasaporte a la final de Sevilla parando el penalti decisivo ante el Göteborg ¿Cómo recuerda a Urruti? ¿Cómo vivió su muerte?

Urruti era muy buen compañero y su muerte fue un golpe muy duro. Ese mismo día Catalunya Ràdio me despertó diciéndome que Urruti había muerto y me pidieron que asistiera a un programa matinal. Aunque después tuviera problemas, que culminaron con una desgracia así, era muy buena persona y un muy buen portero, con mucha personalidad.

Todo su palmarés futbolístico lo consiguió en las filas del Barça. ¿Cada título tiene un recuerdo?

No te sabría decir. No me lo he planteado nunca. Supongo que sí. Lo que si que te diré es que antes ganar una Copa del Rey, por ejemplo, era un gran éxito y ahora ganarla no supone nada. Las cosas han cambiado mucho.

¿Qué se planteó cuando se marchó al Espanyol? ¿Era consciente de que podía ser acusado de traidor?

No. Yo siempre he dicho que soy del Barça pero en ese momento era un profesional y, por lo tanto, tenía que defender al equipo que me contrataba. Estuve a punto de marcharme al Mónaco pero me salió una oferta del Espanyol y, como yo estaba encantado en Barcelona, mi mujer trabajaba aquí y mis hijos estaban estudiando, acepté. Durante esa época volví a disfrutar jugando a fútbol, porque en el Barça jugaba poco y un jugador, al fin y al cabo, necesita jugar. Cuando el Espanyol se interesó por mí quise hablar con el entrenador para saber si me fichaba él o lo hacía la directiva y Clemente me dijo que me había pedido él, aunque eso no significaba que jugara cada partido. Mi primer año fue muy bueno. El Espanyol quedó tercero en la Liga y el año siguiente llegamos a la final de la UEFA eliminando al Milan y al Inter. Eso hizo que no tuviera ningún problema. Quizás si hubiera ido mal hubiera tenido más problemas con la afición por venir del Barça. Pero no, no me sentí un traidor en ningún momento porque yo lo entendí como si fuera un soldado. Además, me siento orgulloso de todos los equipos en los que he estado. Hice lo que pude, con más o menos éxito.

¿Nos podría hablar de la figura de Javier Clemente? ¿Cómo era dentro del vestuario? ¿Qué le enseñó como futbolista?

En esa época para mí era uno de los mejores entrenadores. Sabía ver los partidos, era oportuno corrigiendo errores y defendía a sus jugadores a muerte. Era un auténtico escudo para nosotros. Se puede decir de él que tiene afán de protagonismo o que es un showman, pero en aquella época era uno de los mejores. El estilo del Espanyol era diferente del que yo estaba acostumbrado. Se jugaba con pelotas altas y tenías que controlar el balón y bajarlo. Después empezamos a controlar más el balón y practicamos un fútbol más atractivo.

Steaua de Bucarest, Bayer Leverkusen... ¿Qué le dicen estos nombres?

Yo soy el chico de las semifinales. Le marqué los tres goles al Göteborg con el Barça y también el 3-0 al Brugge en el minuto 119, el último de la prórroga, con el Espanyol. Marqué el gol que nos clasificaba para la final. En cambio en las finales... Habrá muchos que habrán perdido dos finales, pero que las hayan perdido por penaltis hay pocos. Yo las perdí las dos así. Quedar segundo es un fracaso pero con el paso del tiempo gana prestigio. La has perdido, sí, pero al menos la has jugado. Hay muchos equipos que no han llegado a ninguna final.

¿Recuerda alguno de los dos con especial animadversión?

Todo va en función de la participación directa que tú tengas. Yo participé mucho más con el Espanyol porque jugaba todos los partidos prácticamente. En el Barça jugaba poco. De hecho, jugué la semifinal marcando los 3 goles y en la final, de 120 minutos, jugué ocho. Entré en el minuto 112 después de estar calentando 70.

¿Qué jugadores llevaban el peso del vestuario durante su etapa en el Espanyol?

En un vestuario, una cosa son los capitanes designados por el entrenador y otra cosa son los que ejercen ese rol entre los jugadores. Para saber qué jugadores tenían más peso dentro del vestuario bastaba con ver qué jugadores eran los encargados de negociar con la directiva del club. Eran los que, cuando hablaban en el vestuario, eran escuchados por los demás. Desde el exterior se puede considerar a un jugador como carismático y luego dentro del vestuario igual no tiene ningún peso específico. Un claro ejemplo de esto fue Migueli. Era un jugador con carisma de cara al público pero dentro del vestuario nadie lo escuchaba.


En el Espanyol se convierte en una referencia goleadora. ¿Podríamos hablar de su mejor etapa futbolística?

Mi mejor etapa, como ya he dicho anteriormente, fue la del Zaragoza. Pero esta etapa fue mi reencuentro con el gol.

Si hubiera surgido la oportunidad, ¿hubiera fichado por el Real Madrid?

Yo creo que sí. De hecho fui a probar con la cantera del Madrid. Cuando tenía 16 años me mandaron allí desde el Benicarló. Quién sabe qué hubiera pasado si me hubieran dicho que me quedaba.

¿Cómo se planteó el hecho de retirarse?

Es el peor momento de todo deportista. Es como una jubilación anticipada. Eres demasiado viejo para jugar a fútbol porque no puedes jugar a un nivel ato y en cambio eres joven para la sociedad. Tú has dedicado los mejores años de tu vida a jugar a fútbol mientras que los otros jóvenes se han dedicado a labrarse un futuro. Es duro porque pasas de ganar dinero con mucha facilidad haciendo lo que te gusta, de que el móvil esté sonándote constantemente por las llamadas de periodistas y aficionados, de ir a un restaurante que está lleno y que te saquen una mesa por ser tú y que te inviten, a ser, de golpe, una persona normal como puede ser tu vecino. Dejas de ganar tanto dinero y sigues gastando lo mismo, porque el gasto es muy difícil de controlar. Ya no eres tan popular, te dejan de llamar... Pasas a ser alguien normal como el resto de la gente. Como todas las cosas, hasta que no las dejas de tener no te das cuenta del valor que tiene.

¿Cómo le llegó la oferta para entrenar a Catalunya?

Cuando me ofrecieron el cargo, Catalunya no jugaba demasiado, sólo de vez en cuando para hacer homenajes muy concretos. A mí me lo dijeron y, como era algo que no requería demasiado trabajo, acepté. Coincidió con la etapa en la que entrené junto a Víctor Muñoz al Mallorca, en el año 94. Me dijeron que querían empezar a jugar un partido al año. Era una forma de divertirme. Los últimos dos años hice de director deportivo de la Federació y elegía a los seleccionadores, marcaba la forma de jugar, planeaba los entrenamientos... Era más pesado. Eso sí, nunca pensé que vendrían a un partido 98.000 personas. Cuando vino Brasil y vi el Camp Nou lleno como si jugara el Barça no me lo podía creer.


¿Qué diferencias ve entre el Dream Team y el equipo liderado por Pep Guardiola?

No tengo ninguna duda. Johan Cruyff impuso una forma de jugar, una filosofía que venía de la etapa de Rinus Michels y que él supo consolidar. Pero entre el equipo de Cruyff y el de Guardiola hay diferencias espectaculares, ya que el Dream Team se guiaba por el olfato y por la intuición y el equipo que dirige Guardiola está creado con mucha conciencia y con un enorme trabajo y una gran preparación. El Dream Team podía ser un desastre defensivamente y ganar el partido en 20 minutos, ya que poseía una gran calidad. El equipo de Guardiola está muy equilibrado y trabaja tanto en defensa como en ataque.


Entrenar al FC Barcelona. ¿Sueño, pesadilla o posibilidad factible?

Entrenar al Barça es una utopía total. Si ahora viene Sandro Rosell y me lo propone, mañana mismo firmo para hacerlo gratuitamente.

domingo, 23 de enero de 2011

CUATRO REFLEXIONES Y MEDIA

Cada palabra se va encogiendo y sus significados se van escondiendo en estanterías mentales en las que se apoyan reflejos reducidos de una parte del mundo al que intentan evocar. Cada imagen se convierte en una espectral figura, en un vano augurio, en un olvido convertido en sueño, en un "tal vez" que mañana o pasado quizás sólo sea un "no cerrado" o un "demasiado incierto para ser verdad". Los sonidos intentan ligarse a otros para susurrarse juntos pero se convierten en berridos interiores que acaban esparcidos por la sangre. Los pretéritos siempre saben redibujar su huella cuando los presentes la quieren borrar. Entonces la realidad se bifurca en realidades próximas y en otras que jamás existirán. Y es que las grandes construcciones a veces se hunden por un fallo mínimo en los pilares de su estructura. El problema no es otro y tampoco esa intención tatuada a fuego que busca reciprocidad por todas partes para seguir siendo el motor del que nazca un impulso que racione tanta voluntad.

Palabras que desaparecen a contraluz y que sólo acechan que, cuando merodear no sea casual, la intencionalidad compartida esté asegurada para siempre en algún lugar, arraigadas a las raíces del mundo, para que toda palabra se siga quedando pequeña y se alimenten los egos de altruista satisfacción bidireccional. Entonces ya no habrán balbuceos inútiles ni pérdidas de tiempo provocadas por la pereza de opinar para cambiar. Sólo habrá silencios que serán comprendidos de una vez por todas y sus matices cerrarán los ojos por amor a la realidad.

miércoles, 19 de enero de 2011

AHORA QUE YA NO SOY CÁNCER


Ahora que ya no soy cáncer, mi mente no divagará más por la Luna. Para mí ya no hay sitio allí. Nuevos pelotones de reclutas tendrán ese privilegio en mi lugar y me sustituirán. Tampoco podré rezarle a Júpiter porque ha decidido no escuchar mis plegarias. Además, he perdido el don de la receptividad. También el de la sensibilidad, aunque, por suerte, he dejado la pasividad de lado y podré implicarme más en cambiar mi día a día. Ahora iré de un lado para otro sin abstracción alguna en mi mente, ni ningún cordón umbilical me ligará a mi origen y a mi infancia, pues ya no reconozco el olor de la leche materna. Dejarán también de aparecer ante mí una y otra vez el pasado y su maleta llena de recuerdos, ésa que se deshace cada vez que trato de agarrarla para tirarla por el precipicio del olvido y que provoca que, una a una, tenga que volver a doblar cada prenda que guarda en su interior para volverla a su lugar de origen. Ahora ya sé vivir con la independencia y la libertad a la que todos aspiran como playmobiles controlados por esa mano suprema supragaláctica que todo lo ve. Ya no convertiré más el tiempo en melancolía, ni beberé más soledad en esos momentos en los que me perdía en cualquier rincón de mi mente que hasta entonces había permanecido ajeno a mí mismo. Me he dejado olvidada la introversión en alguna constelación lejana. Se ha ido la angustia de la mano de la incertidumbre, que estaba atada a los pies del temor que provocaba en mí el futuro. Ya no vivo esposado a la tradición ni a la seguridad del pasado. Me he hecho amigo de Marte, he recuperado iniciativa y he pasado a la acción. Puedo clavar ya mis pupilas en el mundo real. Mis ojos ya no permanecen en blanco navegando por mundos de ensueño y de fantasía. Ya no soy un psicópata inestable, pues he adquirido un astral equilibrio emocional. El vagón en el que viajo se ha caído de esa montaña rusa que me hacía mezclar alegría y felicidad con demasiada facilidad en mi estómago para acabar vomitándolas después, creando así un cóctel mortal. Tampoco soy ya susceptible, ni vulnerable, ni me cierro si hieren mi sensibilidad. Ya no soy un cangrejo que se esconde en su caparazón y que siempre está preparado para huir si es necesario.


Ahora soy Géminis y soy el puto amo. Empieza mi era.

lunes, 17 de enero de 2011

LA CAUSA COMÚN



Cuando para vivir bastaba con abrir los ojos, nadie anhelaba con soñar porque la realidad era suficiente, pues la felicidad era un concepto palpable. No oí hablar de ningún tipo de despotricamiento verbal en contra de ese modelo de vida. Tan sólo sentí después himnos de vencedores y maravillosas epopeyas. Nadie mencionó a los vencidos ni a su primitivo sistema, que en apariencia había de caer por sí solo pero que nunca lo hizo. La vida era algo fácil. En la elaboración del futuro, sin embargo, muchos se perdieron en el camino y han desarrollado la patología de no ver la similitud que guardan con los simios. Ahora darle un vuelco al asunto se hace impensable. La ley del listón manda.

Dicen que un día nació un sueño llamado Roma, y queda muy bonito decirlo y muy épico, sobre todo en una película, escuchando a Hans Zimmer de fondo, naciendo de la grave voz de un gladiador ensangrentado que ha rozado la gloria con las sucias uñas de sus dedos y que ahora lucha por el maravilloso concepto de la libertad. El problema de los sueños es que son tan subjetivos que cuando tratan de ser impuestos lo ensucian todo de mierda. Así que ese sueño se convirtió a la fuerza en el de medio mundo por mucha oposición que trataran de oponer, y un buen dia llegó la civilización y arrastró a todos a lo que son hoy en día, para bien o para mal. Después continuaron las luchas y otros sintieron esa misma necesidad de destrozar proyectos para crear otros nuevos, aumentando cada vez más la magnitud con cada resurgimiento. La base, sin embargo, era la misma, tan sólo cambiaba el quién y la cabeza visible que daba el último alarido a sus hombres para llevarlos a la victoria.

Así fue como Túnez se acabó convirtiendo en un emplazamiento clave y los grandes de la liga se lo acabaron disputando como si se tratara de la única guinda disponible para coronar sus pasteles, hasta que llegó un momento en el que el pueblo creyó haber encontrado por fin una identidad, que no era otra que la misma  que siglos atrás les había llevado a luchar contra el sinfiín nde enemigos que habían tratado de llegar allí: la lucha por la libertad. Tan sólo les unía eso y la enemistad hacia alguien, pero de ahí nacen uniones inquebrantables. Y consiguieron alcanzarla. Por primera vez pudieron ser un país en su historia contemporánea, reconocido a los ojos del dios occidente. Sin embargo la felicidad de ser un país libre dura dos días, luego sólo es un vago recuerdo cuando el hambre y la consecuente desesperación aparecen. Es entonces cuando la patria es un ladrón, un niño que deambula aturdido por la calle, un perro pulgoso y unos cuantos cadáveres que van amontonándose con el tiempo.

Dicen, sin embargo, que apareció la luz, pero de nada sirve un destello, por muy permanente que sea, si no hay ojos para verlo. Así fue como de la mano de un pretexto barato apareció ese que ha tenido que salir ahora por la puerta de atrás, uno de los buenos, que reprimía y legislaba a su antojo y ponía buena cara en el exterior, como cuando te dedicas a putear a tus hermanos y luego pones cara de niño bueno. Buscaba el bien individual como deberíamos hacer todos, por mucho panfleto que se quiera rellenar diciendo lo contrario. Su problema fue que perjudicó a demasiados bienes individuales ajenos y creó un bien común en su contra lo suficientemente enrabiado como para tener fuerzas para echarlo. Se ha quedado sin esas fotos con los dirigentes occidentales que tanto le gustaban. Aquellos discursos a su favor de Sarkozy y compañía, basados en el favorecimiento a los intereses occidentales por parte del país, se han acabado. Ahora resulta que nadie lo quería y todos pedían a gritos que se marchara para que hubiera democracia de una vez por todas en ese territorio.

Túnez seguirá llena de muerte. Pero no de una muerte física. Esa se va pronto, pues la materia se acaba desintegrando. Morirán sus calles y sus gentes por mucho que crean ver un principio en su horizonte. Seguirá convirtiendo en presente lo que para otros es pasado hace tiempo, lo que para algunos aún es futuro. Pronto llegarán más dosis de patriotismo absurdo que tratarán de hacer olvidar la libertad de nuevo, que tratarán de excluir la lucha del individuo por su propio bienestar convirtiendo la causa común anterior en una nueva. Les querrán hacer creer que la felicidad es un sueño y que para vivir no hacen falta motivos. Seguirán, ellos y aquéllos que les miran por encima del hombro, orgullosos de vivir dónde viven, de lo afortunados que son en comparación con ellos creyéndose ajenos al problema, inmersos en la complejidad del concepto de vida que han elaborado por ellos y de la difícil puesta en práctica que tiene. Y el tunecino seguirá recuperándose en cualqueir hospial de campaña a la espera de más sedante y de muerte. Después vendrán otros, con más pena que gloria, y seguirán igual ahsta que dentro de unos años la gente vuelva a atar cabos y se harte de buenas palabras y puñaladas traicioneras. Entonces adoptarán un modelo caduco de antaño que no cesa de ponerse parches a sí mismos creyendo que es la salvación y, cuando el paradigma haya cobrado forma material en los territorios dominados por los líderes de esta cursa que algunos viven obsesionados con correr, Túnez seguirá rezagada como otros tantos y su crisis seguirá siendo la misma pero más disfrazada en este carnaval permanente en el que le ha tocado vivir.

Cuando se agrandó la causa individual colectivizándola nació el problema y ahora todo se ha complicado con interconexiones, globalidad, grandezas y delirios obsesivos que unidos llevan a la conclusión de que ha habido algún error en el camino. . Al fin y al cabo, la base de un humano sigue siendo la misma. Tu patria no deja de ser aquello que le da sentido a tu vida, normalmente el hecho de poder mover, en medio de la noche, el dedo gordo del pie para poder rozar esa parcela material de calor que está soñando con hacer exactamente lo mismo, y al abrir los ojos, al despertar, encontrar sus pupilas clavadas en las tuyas prediciendo el momento en el que tus ojos iban a decidir abrirse, como si ese hecho marcara el inicio de su día. Sobra todo lo demás.

sábado, 15 de enero de 2011

INEVITABLE BINOMIO

 Gonzalo Obes, 2008

Las decisiones, a veces, obligan a responder ante los ojos de un ser supremo que tan sólo es el fruto de ese insistente chirriar de la conciencia que lo siembra todo de remordimiento y culpa. Son esas decisiones las que hacen que camine en soledad por el recuerdo de lo que fui un día. Ahora, a los ojos del mundo, soy un moribundo harapiento que ha rechazado vivir por algún tipo de miedo que, según creen, aparento. Las causas siempre encuentran cobijo en el olvido aunque, cuando son las propias, tienden a arder en una hoguera llena de prejuicios y menosprecio desdibujando la propia apariencia para siempre.

Odio a las hormigas porque hace tiempo rechacé la opción de agarrarme a esa falsa sonrisa por un futuro prometedor apadrinado por un alemán del siglo XVIII. Ahora me atormenta la sensación de dejar pasar trenes uno tras otro, como un mendigo al que ya le es indiferente cuál coger y que sólo sabe que se siente bien sentado en el último banco de la estación de la mediocridad, escondido de un mundo al que maltrató de la misma manera que éste lo maltrató a él. Como causa fatal, el no saber llenar el vacío, pues no cesa de agrandarse y acaba formando parte del propio ser hasta que el recuerdo no se atreve a buscar algún momento previo a su llegada.

La mayor decepción, que se avecina como ese mal presagio que está por llegar, viene cuando la siniestra vulnerabilidad se hace presente. Siempre despotricamos cuando no avisa. Pero el problema es un falso invento del imaginario colectivo, una falsa excusa para que nuestra moral no se convierta en un queso agujereado. Todo avisa siempre. Mis pupilas saben reconocer el motivo de su existencia en la cuenca de los ojos ajenos y siguen teniendo la misma obsesión con no poder moverse cuando esto sucede. Es entonces cuando los pros y los contras juegan a pelearse como si se tratara de un combate de sumo en el que el vencedor es quien consigue sacar al otro del tatami. Sin embargo, siempre acabo cediendo y le perdono la vida a quien pretende eliminar la apariencia y conocer la verdad. No encuentro motivos para romper su estabilidad, ni para implantarle la semilla del surgimiento propio. Sería cruel que esta falta de indiferencia le marcara para siempre la vida. Quizás la vida nos cambiaría a ambos y descubriríamos esas verdades que anhelamos, que creemos que existen pero de las que tan sólo hemos visto alguna espectral aparición en el transitar del párpado por el ojo.

Me resigno a seguir deambulando como los poetas muertos, como un efímero espontáneo forastero de la causa común. Me dedico a odiar a los romanos por querer crucificarme cuando yo creé el mundo que ahora ven, siendo el poseedor primero de toda idea que ellos acaban de empezar a intuír y que les asusta tanto que creen que a través de tres clavos y una lanza podrán eliminarla. Pero ya es demasiado tarde para ellos y para mí. Pronto mi recuerdo sólo se basará en suposiciones y en vagas ideas de lo que podría haber sido, aunque en el fondo, esta vez, no cuele y no me lo crea ni yo. Dos días después renaceré una vez más y eso bastará para que la historia dé un vuelco que desconozco. Un vuelco que está por llegar. Me lo han dicho las miradas que han sido capaces de agujerear la capa de ozono.

jueves, 13 de enero de 2011

DE MAGIA, OLVIDO Y JUSTICIA



Me hablaron una vez de magia. Me dijeron que hubo un tiempo en el que todo estaba formado por incomprensibles movimientos enigmáticos, por impulsos de otro planeta, por fuerzas inhumanas, por dones extrañísimos y poco comunes. Me contaron que todas las virtudes habían decidido alinearse en las llanuras de un estadio de fútbol y que yo lo había vivido. Sin embargo, no lograba recordarlo. De aquella época tan sólo me quedó una sensación inconsciente, un vago recuerdo difuso, la grandeza de formar parte de algo privilegiado, un sentimiento poco habitual que aún perdura al haberlo alimentado durante todos estos años y algunas cintas viejas. Cuando tuve la capacidad de poder asimilar el presente para convertirlo en recuerdo, me deslumbró la solitaria figura de un brasileño que intentaba sacar adelante un proyecto metastatizado y acabado, y la dictatorial figura de otro tiempo de un holandés que de tan agresivo resultaba cómico. Aunque esto no sirvió para que no se prolongara más de lo que debiera haberlo hecho. Viví, como otros tantos, de ese recuerdo, de las cintas desgastadas que alimentaban sueños de cristal que se rompían a las primeras de cambio. Vinieron muchos y se fueron otros tantos a los que la gente les había entregado el corazón. Algo así, lógicamente, no podía ser bueno. Apareció un argentino con máscara de falso mesías que tardó poco en decepcionar y regresó el holandés de apellido gutural para finalizar el desastre que había iniciado. Cumplió su misión perfectamente y del kaos empezó a resugir la esperanza gracias a la curiosa llegada de una extraña especie de elefante de color azul que no dejaba indiferente a nadie y que, por muy cuestionada que fuera su figura, fue capaz de sembrar lo que hoy se está recogiendo. El banquillo empezó a oler a maría y hubo muchas miedos en un inicio, pero otro brasileño nos deslumbró a todos y nuestra mandíbula empezó a pesar tanto que permanecimos durante mucho tiempo con la boca abierta. Sin embargo, él mismo acabó destruyéndolo todo y lo que un día fueron bocas abiertas a causa de la  admiración se convirtieron en apretadas mandíbulas que pedían a gritos su expulsión. Hoy en día tan sólo es el cadáver de un cuerpo que un día tuvo vida, pero la gratitud que conservamos hacia él es inmensa. Fue así como una nueva esperanza , que siempre ayuda a olvidar una antigua, apareció y tras dos años un hermano al que dábamos por muerto decidió encabezar un proyecto que lo cambió todo de la misma manera que aún lo está haciendo hoy día. Y entonces esa esperanza nueva se convirtió en ilusión basada en hechos reales, un producto que históricamente había sido difícil de encontrar en el mercado negro de la dictadura, y supo liderar de una forma magistral a su equipo. Entonces recordé aquellas fábulas de las que me hablaron, aquella magia, aquellos movimientos enigmáticos. Ellos hicieron que lo recordara. Fue él. Un hecho tan simple como verlo deslizarse por el terreno de juego indiferente a todo lo demás me bastó. Fue entonces cuando se cumplieron los augurios que un día nos anunció y dejó de hacer falta verlo pronunciando ese "Recuerda mi nombre" , que a todos nos pone los pelos de punta ahora que podemos verlo con perspectiva, para que el spot publicitario cumpliera su objetivo. Poco tiempo tardó en ser reconocido internacionalmente y fue galardonado con esos trofeos que sus precedesores en nuestra memoria colectiva un día ya levantaron. Su magia se retroalimenta desde entonces día a día y no para de crecer. Es, a ojos de todos, el mejor jugador del mundo, y por mucho que aquéllos que han sido capaces de llevar a sus compatriotas a la gloria sean de otra galaxia cercana a la suya, sería injusto que alguien que ha cambiado tanto la historia de un club como este y del deporte en general no viera reconocido su mérito y no sea recordado justamente por las futuras esponjas futbolísticas como lo que fue: el mejor jugador de la historia.

viernes, 7 de enero de 2011

HAN MUERTO LOS ANTROS


Han muerto los callejones que escondían en su sino la puerta trasera al inframundo canónico. Han muerto las puertas agrietadas repletas del olvidado recuerdo de algún harapiento transeúnte con un spray en la mano. Ha muerto la íntima oscuridad. Ha muerto la gente, esparcida aleatoriamente en grupos espontáneos que intentaban debatir sobre su día a día. Han muerto las críticas al Olimpo. Ha muerto la abstracción. Ha muerto el misterio de las nubes de humo que acechaban esa grieta que nunca existía de un techo cualquiera. Han muerto los six pack video puta, las odiseas en busca de algún mechero o de algún cigarro. Han muerto el placer y la evasión y con ellos la satisfacción de escupirle humo a la vida anonadado por esa canción que hacía rato que pedías con la gustosa cortesía de la cerveza en la garganta. Han muerto el ruido, los gritos y su asombrosa capacidad de permitir que te adentraras más en tu mundo propio y en el de los tuyos. Han muerto las colillas en el suelo. Han muerto los agujeros negros de los ceniceros. Han muerto también esas conversaciones de ebrios que han perdido la fe que le profesaban a la vida y la maldicen como si  esas palabras fueran la última bala de la que disponen. Han muerto las comunidades de desconocidos hermanados por algún ilógico motivo. Ha muerto el rock’n’roll de la misma manera que lo han hecho el indie, la electrónica o el post-rock en el mayor genocidio musical de la historia. Ha muerto la libertad un poco más bajo la imposición de una ley absurda que carece de sentido y que se basa en la canonización de un colectivo por simple tendencia sectaria. Ha muerto el poder de decisión. Ha muerto el olvido y no ha querido caer solo. Han muerto los antros. Los han asesinado las leyes dictatoriales de un gobierno primitivo. Los han asesinado los que creen que salir de fiesta o a tomar algo y volver con olor a tabaco es un drama insuperable. Los han asesinado los que miran los toros desde la barrera y creen tener poder para opinar, y no sólo eso, creen que sus opiniones son las adecuadas. Los han asesinado los que, en lugar de considerar que fumar es tan respetable como no hacerlo, creen que la última es la única postura válida y que todo el que fuma está controlado por alguna especie de ente mundial que lo teledirige. Y los han asesinado, también, aquellos fumadores que han colgado sus cartones de tabaco y han cedido por la presión sin considerar la posibilidad de resistir. Ahora su lugar lo ocupan unas salas limpias y con buen olor en las que el humo ya sólo es un vago recuerdo, como también lo es la gente que antes las llenaba y que ahora se dedica a fumar fuera resignada. Sí, sé que fumar puede matar. Sé que fumar mata. Pero me gusta.

domingo, 2 de enero de 2011

SEAN PATRIOTAS

 

Sean patriotas. Amen a su país. Idolátrenlo. Alcen la bandera. Miren al cielo cuando escuchen su himno y cierren los ojos para darle más sentimentalismo al mágico momento en el que la sangre que bombean sus corazones, color rojo furia, se une al que baña a su bandera, rodeando a un amarillo espléndido y firme que tatúa en su pecho ese escudo que les incluye a todos y que los ama de la misma manera que ustedes lo aman a él. Sientan la rojigualda esperanza de adentrarse en el cosmopolita mundo europeo. Sean modernos. Siéntanse orgullosos de tener uno de los pocos himnos del mundo que no tiene letra, pues ninguna lírica imaginable sería capaz de englobar la grandeza del viejo imperio. Sigan mirando los libros de historia con un ojo cerrado. Vivan para su país. Escuchen a su rey cada 24 de diciembre. Escuchen las buenas nuevas que les trae. Ámenlo a él también. Ámenlo como un hijo ama a su padre. Amen también a su Presidente. Amen al Gobierno, formado por los intelectuales de su país más preparados para decidir por ustedes. Callen y otorguen. Presencien atónitos como enfrascan su libertad en pequeños botes que introducen en sus intestinos para después cagarlos. Acepten las leyes que aprueban por su bien, haciendo ver que nacen de la creencia de que es lo que más les conviene cuando la realidad es otra totalmente diferente. No rechisten. No fumen. Fumar es malo. Fumar es malo y puede provocar cáncer y un sinfín de enfermedades que les pueden causar la muerte. No forme parte de ese porcentaje de fallecidos a causa del cáncer de pulmón y derivados. No formen parte de ese porcentaje que su Estado lamenta con suma tristeza y dolor perder día a día, mes a mes, año a año. Acepten como medida paliativa de su tabaquismo insufrible y perjudicial la subida del precio de la cajetilla. No se droguen. Droga igual a caca. No se envenenen. Nunca aprendan a conocerse, tan sólo vean de sí mismos ese reflejo difuminado presente en cualquier charco de agua embarrada de su ciudad. Olviden sus sueños. Sus aspiraciones y sus motivaciones también. Saben que la vida es difícil y que hay que luchar. Hay que trabajar. Hay que ganarse el pan como buen cristiano. Trabajen. Hagan horas extra para completar su sueldo. Aún así, sufran la impotencia de ver que ese sueldo no les basta para llegar a final de mes. Vivan esa agonía constante. Disfrútenla. Olvídense de la felicidad individual. Tan sólo existe la satisfacción de pertenecer a esta, nuestra maravillosa comunidad. Colaboren entre ustedes. Sean humanos y vivan para el prójimo. Desperdicien su vida haciendo lo correcto y acechando lo incorrecto con un crucifijo, una estaca y ajo. Escuchen la palabra del Señor. Escúchenla brotando de los castos labios del cura de su parroquia. Escúchenla, siéntanla, interiorícenla, aplíquenla en sus vidas. Así, en el difícil momento de la muerte, tendrán la gran satisfacción de haberse ganado una butaca de cuero en el celestial reino de Dios, donde podrán tocar el flautín o bailar la samba del Cristo Redentor. Es esta la única manera de hacer valiosa la vida de un pobre y desvalido humano. Abracen al Papa cuando tengamos el divino honor de recibir su visita. Sigan formando parte de ese falso altruismo. Colaboren entre ustedes para sacar el país adelante. Olvídense de su nombre y de sus apellidos de una vez por todas. Expongan el nacionalismo al máximo exponente. Oigan a sus políticos debatir. Vanaglóriense de su don de la oratoria. Tómense la derecha como una alternativa necesaria y paliativa del actual desorden causado por la libertad que han adquirido esos independentistas sucios, hippies y porretas. Evádanse. Admiren al Cid o a Águila Roja, su sucesor actual. Admiren el valor que España ha derrochado en cada uno de sus actos a lo largo de la historia. Amen en tiempos revueltos. Escuchen cuando les cuenten cómo pasó. Vean la magia de su patria, pero por si acaso no olviden que hay españoles por el mundo a los que también les va bien. Porque el español de hoy en día ya no es anticuado. El español de hoy en día es innovador, original y está preparado para enfrentarse al estadounidense, al alemán, al chino o al francés. Oiga la belleza melancólica de las voces de esos encarcelados que se hermanan dentro de un coro para cantarle al anhelo de vivir libre. Admiren a Viriato. Formen parte de ese pueblo hispano que dio hasta su última gota de sudor y de sangre enfrentándose al todopoderoso Imperio Romano. Luzcan orgullosos la camiseta de su selección. Presuman del exitoso deporte español y de la triunfadora Ñ, que está conquistando el mundo en absolutamente todas las disciplinas deportivas. Quítenle las dudas a los que dudan. Son los mejores. El español es el puto amo. Trabajen y esfuércense, con humildad y con respeto. Luchen contra la oscuridad. Sean la luz que dicen que han perdido. Brillen. Iluminen a su país. Olviden todo lo demás. Y si todo esto les parece demasiado poco alternativo, alcen la senyera, la ikurriña, la bandera astur-leonesa o la gallega y sean víctimas de cualquier otro tipo de nacionalismo inútil y enfermizo. Fem país.