Páginas

domingo, 2 de enero de 2011

SEAN PATRIOTAS

 

Sean patriotas. Amen a su país. Idolátrenlo. Alcen la bandera. Miren al cielo cuando escuchen su himno y cierren los ojos para darle más sentimentalismo al mágico momento en el que la sangre que bombean sus corazones, color rojo furia, se une al que baña a su bandera, rodeando a un amarillo espléndido y firme que tatúa en su pecho ese escudo que les incluye a todos y que los ama de la misma manera que ustedes lo aman a él. Sientan la rojigualda esperanza de adentrarse en el cosmopolita mundo europeo. Sean modernos. Siéntanse orgullosos de tener uno de los pocos himnos del mundo que no tiene letra, pues ninguna lírica imaginable sería capaz de englobar la grandeza del viejo imperio. Sigan mirando los libros de historia con un ojo cerrado. Vivan para su país. Escuchen a su rey cada 24 de diciembre. Escuchen las buenas nuevas que les trae. Ámenlo a él también. Ámenlo como un hijo ama a su padre. Amen también a su Presidente. Amen al Gobierno, formado por los intelectuales de su país más preparados para decidir por ustedes. Callen y otorguen. Presencien atónitos como enfrascan su libertad en pequeños botes que introducen en sus intestinos para después cagarlos. Acepten las leyes que aprueban por su bien, haciendo ver que nacen de la creencia de que es lo que más les conviene cuando la realidad es otra totalmente diferente. No rechisten. No fumen. Fumar es malo. Fumar es malo y puede provocar cáncer y un sinfín de enfermedades que les pueden causar la muerte. No forme parte de ese porcentaje de fallecidos a causa del cáncer de pulmón y derivados. No formen parte de ese porcentaje que su Estado lamenta con suma tristeza y dolor perder día a día, mes a mes, año a año. Acepten como medida paliativa de su tabaquismo insufrible y perjudicial la subida del precio de la cajetilla. No se droguen. Droga igual a caca. No se envenenen. Nunca aprendan a conocerse, tan sólo vean de sí mismos ese reflejo difuminado presente en cualquier charco de agua embarrada de su ciudad. Olviden sus sueños. Sus aspiraciones y sus motivaciones también. Saben que la vida es difícil y que hay que luchar. Hay que trabajar. Hay que ganarse el pan como buen cristiano. Trabajen. Hagan horas extra para completar su sueldo. Aún así, sufran la impotencia de ver que ese sueldo no les basta para llegar a final de mes. Vivan esa agonía constante. Disfrútenla. Olvídense de la felicidad individual. Tan sólo existe la satisfacción de pertenecer a esta, nuestra maravillosa comunidad. Colaboren entre ustedes. Sean humanos y vivan para el prójimo. Desperdicien su vida haciendo lo correcto y acechando lo incorrecto con un crucifijo, una estaca y ajo. Escuchen la palabra del Señor. Escúchenla brotando de los castos labios del cura de su parroquia. Escúchenla, siéntanla, interiorícenla, aplíquenla en sus vidas. Así, en el difícil momento de la muerte, tendrán la gran satisfacción de haberse ganado una butaca de cuero en el celestial reino de Dios, donde podrán tocar el flautín o bailar la samba del Cristo Redentor. Es esta la única manera de hacer valiosa la vida de un pobre y desvalido humano. Abracen al Papa cuando tengamos el divino honor de recibir su visita. Sigan formando parte de ese falso altruismo. Colaboren entre ustedes para sacar el país adelante. Olvídense de su nombre y de sus apellidos de una vez por todas. Expongan el nacionalismo al máximo exponente. Oigan a sus políticos debatir. Vanaglóriense de su don de la oratoria. Tómense la derecha como una alternativa necesaria y paliativa del actual desorden causado por la libertad que han adquirido esos independentistas sucios, hippies y porretas. Evádanse. Admiren al Cid o a Águila Roja, su sucesor actual. Admiren el valor que España ha derrochado en cada uno de sus actos a lo largo de la historia. Amen en tiempos revueltos. Escuchen cuando les cuenten cómo pasó. Vean la magia de su patria, pero por si acaso no olviden que hay españoles por el mundo a los que también les va bien. Porque el español de hoy en día ya no es anticuado. El español de hoy en día es innovador, original y está preparado para enfrentarse al estadounidense, al alemán, al chino o al francés. Oiga la belleza melancólica de las voces de esos encarcelados que se hermanan dentro de un coro para cantarle al anhelo de vivir libre. Admiren a Viriato. Formen parte de ese pueblo hispano que dio hasta su última gota de sudor y de sangre enfrentándose al todopoderoso Imperio Romano. Luzcan orgullosos la camiseta de su selección. Presuman del exitoso deporte español y de la triunfadora Ñ, que está conquistando el mundo en absolutamente todas las disciplinas deportivas. Quítenle las dudas a los que dudan. Son los mejores. El español es el puto amo. Trabajen y esfuércense, con humildad y con respeto. Luchen contra la oscuridad. Sean la luz que dicen que han perdido. Brillen. Iluminen a su país. Olviden todo lo demás. Y si todo esto les parece demasiado poco alternativo, alcen la senyera, la ikurriña, la bandera astur-leonesa o la gallega y sean víctimas de cualquier otro tipo de nacionalismo inútil y enfermizo. Fem país.

No hay comentarios: