Ahora que ya no soy cáncer, mi mente no divagará más por la Luna. Para mí ya no hay sitio allí. Nuevos pelotones de reclutas tendrán ese privilegio en mi lugar y me sustituirán. Tampoco podré rezarle a Júpiter porque ha decidido no escuchar mis plegarias. Además, he perdido el don de la receptividad. También el de la sensibilidad, aunque, por suerte, he dejado la pasividad de lado y podré implicarme más en cambiar mi día a día. Ahora iré de un lado para otro sin abstracción alguna en mi mente, ni ningún cordón umbilical me ligará a mi origen y a mi infancia, pues ya no reconozco el olor de la leche materna. Dejarán también de aparecer ante mí una y otra vez el pasado y su maleta llena de recuerdos, ésa que se deshace cada vez que trato de agarrarla para tirarla por el precipicio del olvido y que provoca que, una a una, tenga que volver a doblar cada prenda que guarda en su interior para volverla a su lugar de origen. Ahora ya sé vivir con la independencia y la libertad a la que todos aspiran como playmobiles controlados por esa mano suprema supragaláctica que todo lo ve. Ya no convertiré más el tiempo en melancolía, ni beberé más soledad en esos momentos en los que me perdía en cualquier rincón de mi mente que hasta entonces había permanecido ajeno a mí mismo. Me he dejado olvidada la introversión en alguna constelación lejana. Se ha ido la angustia de la mano de la incertidumbre, que estaba atada a los pies del temor que provocaba en mí el futuro. Ya no vivo esposado a la tradición ni a la seguridad del pasado. Me he hecho amigo de Marte, he recuperado iniciativa y he pasado a la acción. Puedo clavar ya mis pupilas en el mundo real. Mis ojos ya no permanecen en blanco navegando por mundos de ensueño y de fantasía. Ya no soy un psicópata inestable, pues he adquirido un astral equilibrio emocional. El vagón en el que viajo se ha caído de esa montaña rusa que me hacía mezclar alegría y felicidad con demasiada facilidad en mi estómago para acabar vomitándolas después, creando así un cóctel mortal. Tampoco soy ya susceptible, ni vulnerable, ni me cierro si hieren mi sensibilidad. Ya no soy un cangrejo que se esconde en su caparazón y que siempre está preparado para huir si es necesario.
Ahora soy Géminis y soy el puto amo. Empieza mi era.
4 comentarios:
¿Ya te has leído Geminis? No es oro todo lo que reluce.
Saludos astrales
Es una especie de renacer esto de la astrología... Suerte en tu nueva etapa!
Leí y me confirmaron que los que eramos cáncer seguimos siendo cáncer ahora. El horoscopo se basa en la posición de los astros en el momento en el que uno nace y el cambio ahora de los horoscopos influye a los que nacieron a partir de no sé que año (creo que a partir del 2003, pero no estoy segura). Tengo que informarme mejor de ello!
Sé que te lo digo muchas veces, pero me fascina cómo escribes Jose. Sigue así, me encanta leer tu blog!
Jajaj. Bueno, independientemente de eso, todo era irónico. ¡Muchas gracias, Judd!
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