Anulado por el el humo del cannabis y abrumado por su poder destructivo, que se encarga de eliminar cada protuberancia de personalidad que encuentra a su paso, a la vez que anodado por el monótono tacto de la boquilla del cigarro cuando pierde su espontaneidad, el sinsabor se incrusta en tus venas haciéndote creer que sólo un suicidio del hígado podrá iluminar tus días futuros. Has olvidado ya quién eres, tu porqué y tu para qué. Caminas, tal vez, si las piernas te lo permiten, indiferente al cúmulo de sensaciones que se chocan ante tu muro de rechazo. Dialogas valbuceando palabras que se pierden en conversaciones que no evitan que el vacío omnipresente de tu yo actual se marche. Alguna efímera chispa hace amago de incendiar las malas hierbas que te impiden ver lo que se esconde detrás de ellas, pero no lo consigue. Tu sonrisa, más anecdótica que nunca, se relaja, surgiendo de la propia indiferencia y naciendo de ella más indiferencia aún. Entonces, sin saber por qué, acabas en el mausoleo de las vidas rotas. Eres uno más entre aquéllos que pasean sus harapos orgullosos. Intentas involucrarte para no abandonarte a tu recurrido pensamiento. Poco a poco te captan, hasta tal punto que crees que de allí puede nacer la vida de nuevo. Todo empieza a girar sin cesar y vuelve el ciclo pausado del que habías salido sin saber por qué. Crees que eso a lo que todos intentamos buscarle una respuesta, el destino y las casualidades, guardan un secreto que jamás conoceremos, pues si ellos no hubieran hecho acto de presencia quizás jamás hubieras vuelto. Inspiras. La vida te penetra. Expiras, y aquéllo que te mantenía inconsciente se marcha en todas direcciones. La vida se te ha vuelto a inscrustar dentro. Recuerdas que dentro de tu mar de inconsciencia estas tú, y todo surge de nuevo con más fuerza que nunca. Es el big bang del ego, su nacimiento, su principio. Aunque pudiera ser su renacimiento, el ego jamás nace de nuevo. Siempre vuelve nuevo y renovado, como si sus vacaciones hubieran sido algo nacesario y no un obstáculo en el camino.
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